Hace ya más de 3 años estuve viviendo en Bristol, Inglaterra, pero por supuesto, sin abandonar la pintura. Allí dejé un cuadro, en la casa donde viví, con la familia que compartí y a la que me uní. Este cuadro, "Caricias entrañables" lo hice a la vuelta, inmediatamente y con el objetivo de enviarlo a un componente más de esa familia que como no vivía en la misma casa, no le pude agradecer de la misma manera.
Quería presentároslo. Un cuadro pintado con carboncillo y un motivo que sabéis siempre está entre mis preferencias: caballos. En este caso con un aire inglés, donde los caballos se encuentran rodeados de grandes espacios verdes, sin necesidad de irse a las afueras de la ciudad, y donde la cría y cuidado de los animales es practicado también por mucha gente.
Es una imagen tierna, cariñosa. Es todo lo que los caballos merecen. Se refleja la sencillez y honestidad de un niño con el deseo de acariciar a un caballo que no se opone a ese afectivo momento.
Me encantan los momentos donde se irradia afecto.